martes, 1 de marzo de 2011

3,2,1...¡Sonríe!



Cuándo hube colocado mi reluciente cámara fotográfica en su trípode y activado el disparo automático, rápidamente me dispuse a poner una cara simpática para tener una foto de esas de las que nunca te cansas de ver. Sin embargo, la estupidez empezaba a reinar en el ambiente, pues todo eran pegas: en una se me veían los dientes, en otra tenía los ojos cerrados, la siguiente no me gustaba, mi pelo estaba hecho un desastre..., hasta que me paré a pensar ¿quién soy yo? y empecé a escribir:

Odio el viento pero me encanta sentirlo en mi cara.
Odio levantarme tarde y odio madrugar.
Odio andar por mucho tiempo pero me encanta el tiempo que me deja para reflexionar.
Odio la soledad pero adoro la independencia, aunque ambas vayan unidas de la mano.
Odio algunas de mis costumbres pero me encanta cómo soy.
Odio las redes sociales pero estoy inscrita en una.
Odio tanto sin sentido pero lo necesito para sentirme libre.

Me encanta viajar pero me da miedo ver cómo dejo atrás a mi tierra.
Me gusta cantar sin que nadie me escuche.
Me gusta amar pero a veces, odio ser amada.
Me gusta tener opciones pero odio elegir.
Me gustan las habitaciones claras pero una oscuridad gradual hacia la luz cuando me despierto.
Me gusta ver los charcos que deja la lluvia pero odio que llueva.
Me gusta escribir cuando estoy triste pero odio leerlo después.

Me dan miedo las alturas pero me encanta ese cosquilleo en el estómago.
Me da miedo tanto tráfico pero me encanta vivir en una gran ciudad.
Me da miedo la doble dirección de las palabras e incluso el cruce de miradas...

Repentinamente, el reloj de cuco me sacó de mis pensamientos y me dí cuenta de que había pasado toda la tarde intentando escribir algo y no tenía la dichosa fotografía lista, asi que decidí entregar al día siguiente este borrador para suplantar la fotografía.

Cerré mi preciado cuaderno, me calcé las zapatillas y empecé con el ritual de todas las noches: ducha,comer, fregar los platos, preparar mi ropa para el día siguiente, leer y finalmente descansar.

Mi día no empezaba bien. El despertador sonó quince minutos después de lo previsto, lo que se tradujo al refrán "vísteme despacio que tengo prisa" y nuevamente a un sin sentido diario.
Sin desayunar y recién despierta, salí de casa en dirección al coche, que por suerte, funcionaba perfectamente.
Conseguí llegar a tiempo aunque supuso una verdadera proeza de fuerza.

Señorita Ruíz, su turno. - dijo una azafata.
Buenos Días. - saludé al entrevistador.
Buenos Días. ¿Este es su currículo? ¿Sabe usted que es necesario adjuntar una fotografía al documento?.- preguntó el hombre.
Lo sé. Quizás esta "fotografía" pueda decirte en mejor medida como soy. - le dije mientras le extendía la mano con el borrador.
Tras dos minutos interminables mientras él lo leía y yo empezaba a entender que esa no fue una buena opción, el hombre sentenció: ¡No estamos en el colegio! Lo siento pero reúne los requisitos y la próxima vez, hágase una fotografía por favor.

Recogí mi borrador y mi maletín y con una sonrisa me encaminé hacia casa.

¿Dígame?.- contesté a la llamada telefónica.
¡Hola! ¿Cómo ha ido la entrevista?.- preguntó el interlocutor.
Bueno ya sabes, la gente no entiende a los genios...

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