lunes, 20 de febrero de 2012

Doreán


- El cielo se abrirá súbitamente, no habrá ninguna ley, no habrá ningún mandato. Solo estarás tú y tus recuerdos, las decisiones que has tomado, y las personas con las que has tratado. Cuando este mundo se termine estaréis solos tú y tu reflejo. Nadie más.- Se escuchó en el fondo de aquel antiguo desván.
Dave no era capaz de localizar aquella voz misteriosa la cual creía fruto de su ebriedad. Era su ¿quinta? copa – pues la verdad no conseguía llevar la cuenta – y todo su entorno seguía siendo igual de frío.
Éste parecía buscar la redención entre trago y trago, intentando encontrar la clave para desactivar el mecanismo que le hiciera cambiar todas aquellas cosas sin sentido que llenaban su vida.
- ¿La búsqueda de Dios es absurda?.- Lanzó al aire ansiando encontrar respuestas que explicaran el sentido de la vida, del mundo.
- Lo es si todos morimos solos.- Contestó solemnemente aquella ilocalizable voz.
- ¿Quién eres?.- Preguntó Dave de manera impaciente y atropellada, pues creía haber perdido la cabeza.
- Puedes llamarme Doreán. No encontrarás mi voz, puedo desplazarme con tal rapidez que sería realmente fácil confundir tus sentidos. Jamás verás mi materialización en este mundo, para que lo entiendas mejor , puedes definirme como “algo flotando en el espacio”. Necesito que me escuches atentamente. Probablemente no saques la esencia de mis palabras y te conformes con una vaga idea de lo que está ocurriendo pero tengo la obligación de advertirte.
- Dime Dave, ¿qué son las ideas?- questionó Doreán.
- Cualquier representación mental que se genera de algo real - respondió Dave recordando la última clase de Universidad a la que había asistido.
- Dave, El mundo entero es un escenario, y todo el mundo es especial. Todos tenemos en nuestro interior un amante, un héroe, un loco o un villano. Todo el mundo.- sentenció aquella voz.
- Una idea es el parásito más resistente. Es contagiosa, se aferra y una vez instalada en la mente casi es imposible de erradicarla... - dijo Dave mientras aturdido por el efecto del alcohol intentaba encontrar el sentido a esta conversación. Perdido en sus ensoñaciones de borracho cayó dormido derramándose el vino rojizo que contenía aquella bella copa, la cual estaba limpia, reluciente, a diferencia de todo lo que le rodeaba.
El sonido al chocar de las gotas de vino en aquél parquet despertaron a Dave. Éste tardó en ubicarse, en distinguir la noche del día o incluso la ambiente climático en el que se encontraba. Cuando lo hubo conseguido, decidió lavarse la cara en aquella antiquísima palangana que su abuela materna le había dejado por herencia. Con el puño de aquel jersey marrón limpió la suciedad para ver su imagen en el espejo. Vertió de un cazo un poco de agua en la palangana y se contempló por unos instantes con tranquilidad y sosiego.
- 0 días, 3 horas, 56 minutos, 8 segundos... Entonces será cuando se acabe el mundo. - Se dibujó en el espejo.
Dave pensó que fue obra de Doreán eliminando la opción de que toda aquella conversación hubiese sido invenciones suyas.
El joven trató de analizar la situación para encontrar qué hacer. Pensativo y con nerviosismo continuaba mirando su reflejo.
- ¿Por qué? ¿Existe la salvación?.- escribió sobre aquella superficie cristalina presa del pánico intentando encontrar respuestas nuevamente.
- Desde pequeños os enseñaron a recordar los ideales, no las personas. Algunos de estos parásitos llevan viviendo con vosotros miles de años, millones. Hubo quién trató de frenarlos, erradicarlos, pues sabían de la destrucción que podían llevar consigo más no lo consiguieron, pues como dije anteriormente, todos tenemos un villano en nuestro interior. Éstas ideas han provocado guerras, muertes, han dañado al planeta, han contaminado tanto la vida que es hora de la redención de aquellos inocentes que solo padecieron el ambiente en el que vivían.- se escuchó suntuosamente desde el fondo de aquel desgarbado habitáculo.
- Nuestro antiguos héroes se han convertido en ceniza.- añadió Doreán.
Repentinamente, se hizo un silencio absoluto. Dave jamás había sentido tanta paz. Pareció que se esfumó el ajetreo de la ciudad, todas las prisas se desvanecieron. Seguidamente la noche se hizo día, llenándolo todo de una luz tan clara que era cegadora. Las lámparas empezaron a titilar y el suelo, en continuidad, comenzó a dibujar grietas en su superficie. Cómo Doreán había predicho, el cielo se abrió. El mundo estaba patas arriba, pero se respiraba serenidad y quietud. Dave pretendía encontrar a más personas a su alrededor, gente que se estuviera afrontando a la misma situación que él lo estaba haciendo mas sin embargo, no encontró a nadie.
“Todas las criaturas de este mundo mueren solas”.- recordó para sí, cerró los ojos y dibujó en sus labios su última exhalación: “No quiero estar solo”.