Mi nombre es Elena,
bueno, solía llamarme de esa forma hasta que llegué aquí. Ahora
soy la señorita Ruíz García. Antes, en el colegio, solía ser el
número 18, ahora ni siquiera conozco a todos mis compañeros e
incluso hay personas que nunca había visto antes, y por supuesto no
tengo número en la lista de la clase.
Recuerdo cuando
decía que quería ser profesora, ahora estoy terminando mis estudios
de Psicología. Estudio todos esos libros, voy a clase, hago
exposiciones y trato de introducirme en ese mundo que en el que no
queda espacio para la gente joven. Ahora puedo decir que soy una
estudiante universitaria, pero, ¿qué significa realmente serlo?
¿por qué tomé ese camino que iba a regir el resto de mi vida?
Parece que fue ayer
cuando yo era la que estaba sentada en esos incómodos pupitres
recibiendo con exasperación la lección que os estoy tratando de dar
yo ahora. Recuerdo aquella época con cariño, tantos consejos,
enormes cantidades de información que ni siquiera era capaz de
abarcar con mi pequeño cuerpo y con mi inmadura mente. Sin embargo,
nadie me habló que lo que realmente estaba eligiendo era ser, a
partir de ese momento, un joven adulto: demasiado joven para algunas
cosas, suficientemente adulto para otras.
Pues bien, por eso
quiero que sepáis, que os vais a equivocar tantas veces que a día
de hoy probablemente os dé vértigo aceptarlo y que acabaréis
siendo alguien que nunca reconoceríais si os lo cruzarais por la
calle un día cualquiera.
Sé que todos
conocéis que es la tristeza, sentirse perdido, estar tan nervioso
que no podéis parar quietos en un sitio, sentir que puedes morir de
alegría en un solo momento y que, a veces, eres tan pequeño que
pareces invisible. Pero lo mejor de todo y lo que aún no sabéis, es
que vais a entender que lo simple está lleno de felicidad, y no sólo
porque os lo diga una persona mayor. Vais a apreciar, pero no
comprender, esa sensación tan plena e indescriptible de sentir
felicidad y alegría por cada poro de tu piel, como si un pequeño
manto de ésta se posara sobre ti con delicadeza, y cuando hayáis
conocido eso, sentiréis la certeza de que ya todo mereció la pena.
Pero no os quiero
mentir, a veces, va a salir todo mal. Tan mal que parecerá que el
mundo está gastándoos una broma de mal gusto. Tan mal que parecerá
que todos los planetas se habrán alineado y después de millones de
años se habrá dado la condición propicia para cumplirse todas las
reglas más minúsculas de probabilidad, y estaréis ahí, en medio,
solos, haciendo cosas: porque eso sí, siempre tendréis cosas que
hacer y sino, acabaréis buscando una excusa para hacer algo, porque
sois jóvenes y tendréis energía para llegar hasta el sol solo
porque os aburrís. No necesitaréis una excusa. Crearéis la excusa.
Vosotros seréis la excusa.
Tendréis tantas
cosas que hacer que aprenderéis a priorizar: por un lado, las cosas
racionales, por otro las sentimentales; por un lado los “debo” y
por otro los “quiero”, y de cuando en cuando, ni siquiera sabréis
cómo lo hacerlo.
Muchísimas veces
escucharéis que como sois jóvenes no os importa nada, pero dejadme
explicar que se llega a tener una energía tan enorme que acabaréis
llevándoos mal con el reloj: será demasiado pronto para levantarse
de la cama, demasiado tarde para irse a dormir. Demasiado pronto para
estudiar y demasiado tarde para ir a clase. Demasiado pronto para
empezar algo nuevo y demasiado tarde para intentar reparar algo.
Vais a sentiros tan
perdidos que probablemente dudéis hasta la más pequeña parte de
quiénes sois y de lo que estáis haciendo. Querréis tirar la toalla
y bajaros de todo ese sin sentido que a veces es la vida. Os
preguntaréis mil veces por qué decidisteis estudiar esto y no
aquéllo y cuándo echéis la vista atrás y hayáis andado gran
parte de vuestros años universitarios, quizás estéis más perdidos
que al principio, ya que al fin, empieza a vislumbrarse todo lo que
realmente significa vuestro alrededor.
También será el
momento de crear, casi con certeza, las amistades más fuertes que
llegaréis a tener en vuestra vida, ¿y, sabéis por qué? porque
todos estaréis experimentando las mismas situaciones, los mismos
sentimientos. Todos estaréis viviendo una vida muy similar con la
misma excusa: llegar a ser alguien. Y, como ya he dicho antes,
palparéis con vuestras propias manos lo que yo llamo “la etapa de
la excusa”. Esa etapa de la vida, en la que no necesitas un por
qué, y si lo necesitas y no existe, lo crearás sin problemas. Por
lo que, repentinamente, tendréis la excusa para viajar a los sitios
más insospechados del mundo. Tendréis excusa para enamoraros
perdidamente de la persona más equivocada para vosotros. Tendréis
la magnifica excusa para gritar de alegría, ir de fiesta un lunes
por la noche y para hablar de lo que aún no conocéis con suficiente
certeza haciendo afán de toda vuestra convicción y seguridad,
porque sí, seréis unos imprudentes.
Algunos, los más
valientes, encontraréis la excusa para iros a estudiar a fuera de
vuestro país, y entonces, viviréis la segunda decisión que os
cambiará la vida. Es más, llegará el momento en que cuál, a
veces, sintáis tantas cosas dentro de vosotros que ni siquiera
podréis llegar a expresarlas, pero eso es otro punto del que hablar
más tarde.
Empezaréis a tomar
conciencia de que os podéis comer el mundo, porque empezaréis a
sentiros jóvenes capaces y entonces, podréis conseguir cualquier
cosa. De hecho, a veces, os enfrentaréis a las adversidades más
duras que probablemente hayáis tenido hasta esa fecha y lo
resolveréis con éxito. Pero no os preocupéis si fracasáis, pues
resurgiréis cuál ave fénix y, en gran medida, ni siquiera sabréis
cómo lo habéis conseguido, pero esa es la idea, que sois tan
jóvenes que la suerte viene de vuestra mano.
Porque será tiempo
de experimentar. Será tiempo de caer y de no levantarse sino os
apetece. Será tiempo de luchar con todas vuestras fuerzas por cosas
que casi ni siquiera tienen importancia. Y también será tiempo de
reír hasta que duela y de quedarse afónico de tanto gritar. Será
tiempo de desaparecer a manos del miedo. Será tiempo de improvisar
en las cosas importantes y de pararse de vez en cuando a intentar
comprender la vida. Al igual que será tiempo de que no os importe
vivir con incertidumbre porque ahora será tiempo de soñar.
Será tiempo de
soñar vuestras mejores ambiciones y empezar de cero a trabajar por
ellas, aunque eso sí, siempre con algún descanso. Será tiempo de
soñar para ser libre, al igual que será tiempo de soñar para
olvidar. Y en esos momentos, cuándo todos vuestros pensamientos más
profundos estén rotos, seguid soñando, pues cuando dejéis de soñar
será tiempo de morir.
Por eso tenéis que
estar felices. Tenéis que entender que no estáis eligiendo un campo
de conocimiento, una especialización que luego podréis poner en
vuestro curriculum, un título reluciente que luego podréis colgar
en vuestro salón ni la excusa para empezar a encauzar vuestra vida.
Debéis estar felices porque estáis eligiendo vivir vuestro mayor
sueño: ser jóvenes tratando de hacer lo que realmente sentís
dentro de vosotros mismos. Y también debéis de estar felices porque
estáis eligiendo algo muy importante en la vida: ser valiente.
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